viernes, 17 de noviembre de 2006

Dulce Diana

Dulce Diana


Accioné el pomo de la entrada del local de copas, La Noche,la
puerta se deslizó hacia dentro acompañada de un sonido
chirriante. Observé el interior por si Anthony estaba allí, pero
no…. claro que no, todavía era temprano, aunque en mi interior
deseaba haberle encontrado.
Me dirigí al final de la barra desde donde podía controlar todo el
local, aunque lo conocía bien no quería que se me escapase nada.
Hacía tres años que la idea se deslizaba por mi cerebro como un
pequeño gusano al principio minúsculo como una mota de polvo,
pero a lo largo de este tiempo había engordado, se había vuelto
tan gordo que pronto mutaría, pronto parecería una horrible
mariposa de polilla, de esas gordas y peludas que vuelan hacia la
luz. Le pedí al Tom un whisky solo y me recosté sobre la pared a
esperar, con una mano en el bolsillo acariciando el frío metal
del Colt45, pronto dejaría de estarlo. Un chirrido agudo, en la
puerta, aparece una mujer Diana, dulce Diana lo único bueno que
me había ocurrido en estos tres años, me observa des de la
puerta se dirige hacia mi, dulce Diana que calientas mi alma, mi
corazón y mi cama, diosa griega enredada en mis sábanas.
Se sentó a mi lado sin decirme nada, saludó a Tom y él le puso un
whisky con hielo,- uno solo para mi- le dije, Diana me miró a los
ojos y su semblante se oscureció, ella lo sabía, sólo con mirarme
sabía lo que iba hacer, mis ojos pedían venganza, todo mi cuerpo
amoratado la pedía, mi piel expedía un olor acre y nauseabundo,
el olor del odio. Miré el reloj y volvió a chirriar la puerta. ¡O si,
por fin! el estaba allí, entraba con sus dos matones a los
costados, hablando y riéndose. Seguramente de algún
desgraciado al que había arruinado la vida como a mi, pero esta
vez sería la ultima.
Me aparté de Diana, saque mi arma del bolsillo derecho, apunté y
disparé. La bala salió aullando a la caza de su presa pero, ¡espera!,
¿que es esto?, ¿dos disparos? Yo solo he disparado una vez, Diana
me está mirando, en su ojos distingo dos lágrimas que resbalan
por sus mejillas aterrizando en algo que tiene entre las manos.
Algo negro y humeante que mis ojos medio nublados no pueden
distinguir con claridad, -lo siento Jack - dijo Diana. Caigo de
rodillas y me llevo una mano al pecho. Está mojado. Un olor dulzón
llega asta mi nariz, olor a sangre, mi sangre. Caigo hacia delante y
mis labios saborean la sangre mezclada con el whisky y la bilis
que sube por mi garganta. Desde lejos llegan a mis oídos tres
risas diferentes la de Anthony y sus matones, le odio les odio. Lo
último que escucho es un zumbido y oscuridad negra oscuridad.
Diana dulce Diana ¿Cómo has podido?

Swanilda

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