jueves, 23 de noviembre de 2006

El lobo que creyó que la luna es un queso

Hace muchos años, cuando todavía podía pasar correteando, por debajo de la mesa de la cocina, sin miedo de hacerme un chichón. Alguien muy especial para mi, me sentaba en su regazo, contándome historias maravillosas. Algunas, producto de su gran imaginación, otras tantas como esta, se las habían contado siendo un niño.
Ahora que han pasado los años, solo me queda recordarle a el, y sus historias con cariño. Agradeciéndole por siempre, que me abrieras las puertas al mundo de la fantasía. Gracias abuelo, aya donde estés.

El lobo que creyó que la Luna es un queso

Andaba el lobo muy hambriento y ya no sabía qué hacer para coger algún animal para comérselo. Y por ahí se encuentra con la zorra y le dice:
-Oiga usted, señora zorra, que me la voy a comer.
Y la zorra le dijo:
-Pero mire usted que estoy muy flaca. No soy más que huesos y pellejos.
-No, que usted estaba muy gordita el pasado año.
-El año pasado sí que estaba gordita, pero ahora tengo que darles de mamar a mis cuatro zorritos y apenas hallo bastante para crear leche para ellos.
-¡Que no me importa! -dijo el lobo.
Iba a darle la primera mordida, cuando la zorra le dijo:
-Deténgase usted, por Dios, señor lobo. Mire que yo sé dónde vive un señor que tiene un pozo lleno de quesos.
Y se fueron la zorra y el lobo a buscar los quesos. Y llegaron a una casa y pasaron unas tapias y llegaron ante el pozo, y la Luna se reflejaba en el agua y parecía un queso. Y se asomó la zorra y volvió y le dijo al lobo:
-¡Ay, amigo lobo, que el queso es muy grande! Mire, asómese usted.
Y se asomó el lobo y vio la Luna y creyó que era un queso enorme. Pero el lobo sospechoso le dijo a la zorra:
-Pues bueno, amiga zorra, entre usted por el queso.
Y la zorra se metió en uno de los cubos y entró por el queso. Y desde abajo le gritaba al lobo:
-¡Ay, amigo lobo! ¡Que grande es el queso! ¡No puedo con él! Venga usted a ayudarme a subirlo.
-Pero no puedo yo entrar -decía el lobo-. ¿Cómo voy yo a entrar? Súbalo usted sola.
-Y la zorra le dijo:
-Pero no sea usted torpe. Métase en el otro cubo y verá como así entra fácilmente.
Y se metió la zorra entonces en el cubo en que había bajado. Y el lobo se metió en el que había arriba y, como pesaba más, se deslizó para abajo y la zorra subió para arriba. Y ahí se quedó el lobo buscando el queso, y la zorra se fue muy contenta a ver a sus zorritos.

Cuento popular, anónimo.

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